miércoles, 9 de marzo de 2016

¿Tiene Sentido la Vida?

Podemos pensar que la expresión “sentido de la vida” carece de significado, pero lo que quiere decir es que la vida merece la pena vivirse. La vida debería de ofrecernos suficientes razones para seguir viviendo sin necesidad de optar por la radical solución de la auto-aniquilación. Tampoco deberíamos necesitar la existencia de otra vida para que esta vida sea digna de vivirse. Estas actitudes son las contrarias que debería de adoptar alguien que tenga una actitud positiva respecto a la vida humana. Quien mantenga que la vida no tiene sentido alguno, o supone que es mejor no existir -y si no comete suicidio será por motivos psicológicos, que no lógicos- supone que la vida sólo adquiere dignidad si se complementa con otra ultramundana que compense los males de este mundo. Esto no quiere decir que no debemos creer en la Existencia de una vida eterna con Dios; sino que no podemos basar toda nuestra vida en la existencia de otra vida más allá de la muerte: debemos vivir esta vida con verdadero sentido sin caer en ninguno de estos dos extremos.

En medio de estos dos extremos encontraríamos otras posturas más o menos cercanas a uno de los polos. Por ejemplo, podríamos pensar que la vida trae tantos problemas y deja abiertos tantos interrogantes al ser humano que se hace difícil afirmar que la vida tenga sentido. Pero podría ser que la vida no tenga sentido en su sentido más estricto y que nuestra tarea consistiera en ir dando algún sentido. Esta actitud no cae en ninguno de los extremos antes citados: todo el sentido esta aquí - nos referimos a creer que el único sentido es la otra vida- o aquí no hay ningún sentido -los que piensan que la vida carece de sentido.

En la vida son tantos los deseos y tan poca la realidad, tan grande la injusticia y tan mínima la justicia que suenan extrañas las voces de los que afirman que la vida tiene sentido por sí misma. Pero el que la vida sea difícil de entender y de vivir no quiere decir que tengamos que optar por el suicidio o por colocar el sentido en un más allá, y para ello hay varios motivos:
- La vida humana se extiende en el tiempo, es decir, que no podemos tener en cuenta todo nuestro pasado y futuro sólo por un momento en el que no consigamos encontrar el sentido de nuestra vida.
- La vida humana consiste en dar sentido a todo lo existente. Es verdad que esto no sólo produce satisfacciones, pero por el camino hay una serie de bienes que no son pocos y que merece la pena ser experimentados.
- El ser humano no puede adivinar el futuro, así que en el insatisfactorio día a día siempre podemos albergar la esperanza de que nuestra vida mejorará; y esto puede convertirse en realidad por muy difícil que lo tengamos.


A medida que crecemos, nuestra vida cambia y con ella, nuestras expectativas, nuestros deseos, voluntades y objetivos. Esto no puede hacerse sino es acompañado por un cambio en el sentido de la vida.
¿Y qué esto que llamamos Sentido de la Vida?




(El sentido de la vida) Solo podría ser algo distinto de la vida: otra o la muerte. Es lo que nos condena al absurdo o a la religión. (El sentido de la vida) Solo puede ser el pasado o el futuro. Es lo que nos condena al tiempo. Un hecho cualquier sólo tiene sentido, aquí y ahora, en tanto que anuncia un determinado futuro o resulta de un determinado pasado. El sentido 
Luego, en nuestro rápido quehacer diario, no podemos encontrar lo que es un sentido y mucho menos, buscar el sentido de nuestra vida. Solo el hecho de una parálisis y una reflexión voluntaria pueden hacernos tener ciertas nociones para justificar la significación que tiene mi vida para mí.
¿Y el sentido puede o debe cambiar?
Tal vez este punto, uno debe plantearse lo que decíamos el principio: ¿No cambian nuestras aspiraciones vitales, nuestros deseos y nuestras metas?
Entonces, de ser así, habrá cambios latentes en la significación de nuestra. Otro aspecto podría ser que no nos cercioremos que estos cambios están ahí. Que no hayamos profundizado en lo que significa ahora el nuevo significado de mi vida.
Este caso podría ser dramático, pues ¿qué harías si, de un día para otro, descubres que todo lo que has hecho no significa nada? Podría llegar a causar un colapso vital que nos haría replantearnos el valor o la causa de nuestra vida, llegando a preferir la muerte a una vida sin significado.
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 “La pregunta por el sentido de la vida mantiene su vigencia si supone tener en cuenta cuáles son nuestras razones para vivir, y preguntarnos si estamos satisfechos con nuestra vida o si queremos o está en nuestras manos la posibilidad de cambiar de dirección. Saber si vivimos o sobrevivimos parece el más urgente de los asuntos, una cuestión –sin duda- de vida o muerte.Cuando todo va bien, la pregunta por el sentido de la vida no suele surgir con tanta fuerza como cuando sobrevienen dos crisis seguidas, mueren dos familiares juntos, nos separamos o nos quedamos sin trabajo”
Así pues, llegados a este punto (y antes de que me empecéis a tacharme de coaching barato o de autoayuda simplona) tenemos que dar el siguiente paso. Este es:
¿Preguntarnos cómo hallar el sentido a nuestra vida?
Este será el punto en el que no realizaré unas instrucciones o iré diciendo frases naifs o motivadoras que, seamos francos, no nos van a llevar a ningún sitio. Para buscar el sentido propio de mi vida yo me baso de dos herramientas que nos ofrece la Filosofía: La experiencia y la razón. De la primera hayamos las impresiones sensibles, los detalles minuciosos, los errores y frustraciones y de la segunda la capacidad humana para detectar cuáles experiencias son importantes, cuales determinan mi propia satisfacción y qué detalles marcan la diferencia de mi propia plenitud. Eso, si nos basamos en la experiencia, puede durar para siempre o puede que solo te dure 2 meses. Aun así, la propia búsqueda habrá hecho que tu vida merezca un poco más la pena porque
La vida reflexionada es la única que vale la pena ser vivida”

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